Por estas fechas , todo el mundo intenta ser un poco más feliz que de costumbre, y aparecen intenciones de todo tipo, familiares, amigos, enemigos, hasta para uno mismo en algunos casos; al final, podemos decir que son tiempos de deseos y buenas intenciones.

Soy de los que normalmente no pido deseos para mí, pero este año voy a pedir mis tres deseos; he caído en cuenta de que si tuviera una varita mágica – primer deseo-, me gustaría tener un mute -segundo deseo-; si amigo, eso mismo un mute, ese botón normalmente representado por un altavoz cruzado por una x; pero no un botoncillo para el índice no, un mute a lo bestia, para presionarlo sentándole el culo encima.
Pensadlo bien, desde que el creativo señor Coreano-Japones desconocido lo inventase, no hemos tenido ocasión de reflexionar sobre la importancia de ese botón en el cuadro de mando de nuestros aparatos de sonido, y agradecerlo. Cuantas veces he silenciado una declaración de un populista en la radio?, o esa canción que te martilla la sien no por su melodía precisamente?, o la voz meliflua de un vendedor de anuncios impertinentes de final de película?. No podéis negarme que es un invento genial cuando quieres encontrarte, alejarte del ruido; de la tontería; de la estupidez; de la confusión.
Por ello, hoy quisiera tener un mute, grande de frecuencia transcontinental, y posicionado rumbo Oeste, y apretar fuerte hasta que alcance a los objetivos y pausar:
-A los castristas, para que no puedan seguir contando sus mentiras a muchos, para que no puedan seguir difamando sus calumnias sobre tantos, para que la indecencia le de un respiro a esas gentes.
-A opositores, y proyectos de la oposición, porque tantos hablando sobre lo mismo sin un mínimo de uniformidad, solo producen confusión y ruido.
-Al exilio, para por razones parecidas a las de nuestros compatriotas de dentro, tengamos un momento de reflexión sobre si somos realmente útiles o un estorbo a la libertad.